martes, 30 de diciembre de 2014

A mis amigas y amigos

Son pocas las ocasiones en las que me pongo mamón (Creo que solo para mi cumpleaños, semana santa, día del padre/ madre, teletón y navidad, me cargan) pero el fin de año es una situación que me supera en todos los sentidos.

el 30/31 de diciembre (si es que no, toda la semana previa al fin de año) son días donde reflexiono más que la cresta, en torno a lo que fue mi año y lo que espero del próximo. Uno a uno, los momentos más significativos del año que se va, desfilan por mi mente y recuerdo (vuelvo a pasar por el corazón) todas las emociones vividas y entre todo el repertorio de imágenes, emociones, sensaciones, dudas, risas y lágrimas que veo en mi recordar, puedo distinguir a mis amigos.

Una vez, me enseñaron que aquello por lo que das gracias, permanece junto a ti. Es por eso que esta entrada está dedicada a agradecer a mis amigas, amigos, conocidos y todas esas personas bonitas que estuvieron conmigo durante el 2014, riendo y llorando junto a mi, soportandome y haciéndome parte de sus vidas. Estoy plenamente consciente de que no soy una persona fácil (omitan comentarios) de llevar y que muchas veces pierdo los estribos. Me enojo por pendejadas y como dijo alguien por ahí soy una hormona andante.

Lo sé, soy un desastre.

Pero de alguna forma, me las he arreglado para tener los mejores amigos del mundo. Esas personas que son capaces de reírse de mis chistes fomes, de aguantarme curado y no reprocharme nada por echarle el ojo a todo lo que hace respiración celular. Gracias por estar conmigo en las cumbres más altas de este año y en los valles más atroces. Gracias por aceptarme, quererme y amarme tal cual soy. En un mundo lleno de prejuicios en intolerancia, he encontrado un lugar lleno de gente que no pretende cambiarme y que ha confiado en mi, a pesar de todas las cosas.

Gracias por hacer las veces de novios y novias. Con amigos con ustedes ¿Quién necesita tener una pareja? Gracias por ser y por estar. No les cambiaría nada, nada, nadita, son la mezcla perfecta de amor, circo, arte, risas, locura y madurez que mi vida necesita.

Los admiro. Porque cuando estamos sentados conversando, tomando una cerveza y riendo cerca de otras personas, nadie se imagina que ustedes son capaces de hacer maravillas sobre un escenario y ese es un secreto del que me gusta disfrutar cada vez que estamos frente a desconocidos. Los presumo y me siento orgulloso de ustedes, como quien presume a su hermano/hermana mayor.

Deseo que sus vidas estén llenas de lo que más aman durante todo el 2015 y deseo también que estén en mi vida durante mucho, mucho tiempo más.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La friendzone

¿Qué demonios significa friendzone?

Si tuviéramos que hacer un traducción literal, sería "zona de amigo" (o por lo menos eso se me ocurre, el idioma inglés es tan sorpresivo -.-) aquí es donde uno tiende a dejar a aquel muchacho que es extremadamente bueno, medianamente lindo y nulamente atrevido. Ese muchacho que si, puede perfectamente ser un príncipe sacado de los cuentos más empalagosos de Disney, pero que carece del componente J.D. (James Dean, un rebelde sin causa) y que básicamente, tiende a aburrirte.


Llevar a alguien a la friendzone, no es algo que se planee. Tampoco es que uno ande buscando gente para dejar en la friendzone, no señores. Soy malo pero no tanto. Es algo que simplemente pasa, así como la lluvia en el sur.
Uno, como buen joven y alocado que es, conoce a este muchacho estilo príncipe Disney, comienzan a salir. Una cita, dos citas, tres citas... cuatro citas... y comienzas a notar que algo no está funcionando, hay algo que falta y es precisamente ese detalle que falta, el que te hace llevar al muchacho a la friendzone.

No es que él tenga algo malo; es que es demasiado bueno. 

Con esto no quiero decir que me gusten los patanes, no, no no. Es que en esto de las relaciones interpersonales, es necesario conocer a alguien que te haga secretar serotonina y además, grandes dosis de adrenalina, porque, seamos sinceros... cuando uno sabe que juega a ganador, el juego se torna aburrido. Y luego de que notas que este muchachito no te hace secretar ni un poquito de adrenalina (porque carece de una actitud rebelde) comienzas a hacer una retirada del campo de conquista. Las largas conversaciones por *inserte nombre de red social de su preferencia aquí* ahora se reducen a un saludo cordial y muchas caritas felices que parecen decir "Te estoy friendzonizando :)" la palabra "amigo" acompaña cada una de tus frases y comienzas a platicarle acerca de lo mucho que te gustan los morenos (cuando él es tan rubio como una miss universo)


¿Pero qué pasa cuando la friendzone te ataca de vuelta?

Esta situación se da de manera más común de la que creemos. El tiempo pasa, tú y tu amigo frienzonizado han dejado de hablar casi por completo. Al parecer, él ha entendido que no puede optar a algo más que tu amistad y lo ha aceptado muy dignamente. Y de pronto, un día cualquiera, recorriendo facebook, descubres que está coqueteando con otro y desde el fondo de tu alma, tu ego herido de cabrón supremo salta y ruge. "¿No se supone que estabas coqueteando conmigo primero?" una serie de sentimientos te dan vuelta por el pecho y tu lado psicópata te insta a revisar el perfil de ese que se atreve a coquetear con tu "amigo" ...

Descubriendo, con el dolor de tu alma, que tu amigo y él tienen algo más que una amistad.

En ese momento, su buena voluntad, sus buenas intenciones, su carita de príncipe Disney y su inexistente factor JD, ya no te parecen tan malos. Es más, te dan ganas de estar con él... pero ya es demasiado tarde, porque ese, que hace dos meses atrás se la estaba jugando por ti, ahora te tiene sentado en la banca de la friendzone.

Maldices tu estupidez, maldices tu indecisión y tratas de acomodarte en la friendzone con resginación y algo de dignidad. Te han dado un poco de tu propia medicina y te resulta verdaderamente asquerosa.

Otro caso de frienzonización masiva se da cuando estás pololeando/andando/comprometido/casado. Parece que el universo se propone ponerte a prueba y sin dudarlo, comienza a mandarte un batallón tras otro de gente que te jotea DESCARADAMENTE, justo cuando estás más feliz que nunca con tu pareja. En momentos así, cual samurai, sacas tu katana y comienzas a cortar cabezas, mandando todos los cadáveres a la friendzone, porque sabes que ninguno de ellos se puede igualar a la persona que está a tu lado...

Hasta que la persona que está a tu lado se le ocurre patearte.

Sufres, lloras, pataleas y cuando pasa el periodo dramático del término de la relación, sabes que es tiempo de levantar cabeza y buscar a alguien para pasar las penas y de pronto recuerdas al batallón de frienzonizados que dejaste tiempo atrás ¿Qué serás de ellos?

Ahí están, felices con sus parejas, felices fuera del país, felices sin acordarse de ti y nuevamente, lamentas tener que probar un poco de tu medicina.

Por eso gente, cuando vean que una nueva relación va derechito a la friendzone, traten de hacerla piola, muy piola. Nunca se sabe cuando necesitarás sacar a esa persona de esa maldita zona para que te ayude a pasar momentos críticos en tu vida.

martes, 2 de diciembre de 2014

Yo sobreviví al transporte público de Temuco.

Amo andar en micro. Bueno, la mayor parte del tiempo, cuando puedo sentarme cómodamente en el último puesto, escuchar música, mirar por la ventana y ponerme a pensar en temas para escribir en este blog. Me encanta la cantidad de gente que se puede observar en una micro y la cantidad de situaciones que se pueden vivir también, desde romances fugaces basados en insistentes miradas, hasta novelas policiales, donde todos los pasajeros saben que alguien está siendo víctima de un robo, pero nadie hace nada por evitarlo. En este mundo de amantes anónimos y héroes silenciados es donde tiendo a sumergirme en mis pensamientos.

Eso claro, cuando la micro no va llena.

Quiero ser enfático en esto: el título de esta entrada NO ES UNA EXAGERACIÓN. Si vives en Temuco, me comprenderás perfectamente, si no... pues trata de hacerte una imagen de lo que tenemos que enfrentar a través de esta entrada.

Si tuviera que hacer un cronograma del desastre, empezaría obviamente en la mañana. Ya sea que vayas a estudiar, trabajar o a tu casa a descansar, el transporte público de Temuco enfrenta una de sus horas de máximo colapso en la mañana. Aparte de tener que soportar el frío, el tedio de la rutina y muchas veces también, la magia del sur (que se manifiesta como una lluvia sorpresiva) Subes a la micro y SORPRESA, te encuentras con una lata de sardinas con ruedas. Personas con rostro de muy pocos amigos, en las más extrañas posiciones y sujetos de cualquier lugar donde quepa una mano, te dirigen una mirada de buenos días y el primero en gruñirte sus buenos días es el chofer.

Si, ese buen amigo que hace tus mañanas, tardes y noches un deleite.

Luego de asegurarse de que pagaste la tarifa correspondiente (adulto, estudiante, dinosaurio, etc) recibe tu dinero, corta el boleto y te lo entrega, la mayor parte de las veces, con un manotazo. Si eres como yo, le diriges una mirada de diva y procedes a acomodarte entre el mar de cuerpos que va en la micro, rogando a Dios (o a la deidad a la que sirvas) que cuando estés cerca de tu destino, la micro ya se encuentre menos llena, para poder bajar de manera digna. Si la micro sigue igual de llena cuando llegas a tu destino, comienzas a considerar la idea de escapar por una ventana. Si, una ventana. (ese pensamiento es especialmente recurrente cuando tú estás justo en medio de la multitud, sin poder mover ni un músculo)

Al medio día, te encuentras con que el sistema está menos colapsado. Si eres lo suficientemente astuto, lograrás subirte a una micro que vaya relativamente vacía y sin más problemas te acomodarás al lado de alguien. Resuelto el problema del asiento y de la muerte por asfixia entre una multitud, comienzas a relajarte. Cuando estás a punto de caer en la profundidad de tus pensamientos, recuerdas un detalle no menor y con disimulo, tratas de voltearte hacia la puerta trasera para ver DONDE DEMONIOS SE TOCA EL TIMBRE PARA BAJAR. Este caso... es dramático (por decir lo menos) y es que todo sería más fácil si todas las micros tuvieran un timbre estándar, onda, rojo, con luces y un enorme letrero que dijera "SOY EL TIMBRE" pero no, las cosas no siempre son así de fáciles y las micreros (por supuesto) se las han ingeniado para poner en circulación la más variada gama de timbres. Ya no solo tenemos el botoncito minúsculamente pequeño, que tiende a mimetizarse con el fondo negro de la micro, Nooo, si no que se han sumado, los cordeles que suenan cada vez que los jalas, el timbre viejo fuera de funcionamiento que es reemplazado por uno nuevo que ¡tampoco funciona! (leer eso con voz de promoción) y los tornillos que parecen botones (Si señores, una vez presioné un tornillo pensando que era el botoncito este)

Y aquí viene el horario que inspiró esta entrada. La tarde - noche. (chan chan chaaaaan)

Tengo la suerte (o la maldición, ya no se qué creer) de vivir en un sector bastante alejado del centro de Temuco y la última micro que me lleva hasta mi casa, pasa exactamente a las 22:20 por el centro. La mayoría de las veces, tengo la oportunidad de tomar esta micro en el centro mismo, cuando va prácticamente vacía y me doy el gusto de escoger un asiento para irme todo el viaje leyendo mi libro de micro (Siempre tengo un libro para leer exclusivamente en las micros)

Pero hay ocasiones (como hoy por ejemplo) en que la micro sale llena desde el centro y me toca ir todo el viaje de pie. No es algo que me moleste. Lo que en realidad me molesta es que, a pesar de que la micro ya va llena, mi amigo, el señor micrero, deja subir más gente y más gente y más gente.

... y más gente...

Para cuando termino de acomodarme, a este caballero se le ocurre subir MÁS GENTE y tiene el descaro de lanzar su frase célebre:

"Avancen al medio por favor, queda espacio para atrás"

Cuando atrás, voy yo con un grupo de siete personas, ocupando un espacio de 30 cm. cuadrados. Todos se rozan, todos se tocan, todos evitan el contacto visual y un caballero va respirandome en el cuello (Auxilio) mientras que otro tipo me mira con cara de perro porque piensa que estoy punteando a su polola, cuando en realidad, lo que siente su polola, es el celular que llevo en mi bolsillo. Fuera de que vamos apretados, medio cabreados y a un pelo de morir asfixiados, tenemos que estar al pendiente de que no nos roben y de movernos cada vez que alguien tiene la extravagante idea de bajar.

 Es que tratar de bajar en una micro llena que va a Fundo el Carmen es como querer sacar a los 33 mineros de la mina San José, picando la tierra con una cuchara.

Y ahí voy yo, en medio de la multitud, al borde un ataque de nervios por el caballero que me respira en el cuello, rogando porque el pololo de la niña que va al lado mío no se enoje, coqueteando con el que va sentado al fondo, pendiente de donde tengo que bajarme, cuidando mi billetera y analizando la mejor vía de evacuación. Si, viajar en micro por la ciudad de Temuco es un arte de supervivencia y al bajar de la micro, puedo mirar al cielo y decir "Yo sobreviví al transporte público de Temuco"