domingo, 29 de marzo de 2015

Una cita muy poco convencional

Ayer tuve una cita con una persona que no conocía. Bueno, la conocí por Tinder (aplicación para conocer gente) pero no nos habíamos visto en persona y en un arranque de personalidad, le dije que nos juntáramos.

Decir que estaba con úlceras por los nervios, es poco.

En lo más íntimo de mi ser, iba predispuesto a encontrarme con otro fanático de la inseminación artificial en bovinos; en otras palabras, iba dispuesto a que la cita en si, fuera un rotundo fracaso y, preparándome para eso, es que comencé a buscar el título adecuado para una entrada que hablara de ese monumental fracaso, de esa bitácora del desastre... de esa crónica de una muerte anunciada.

Pero nada de eso pasó. Así es, me quede con las ganas (gracias a Dios) de escribir una entrada que tratara sobre una nueva cita desastrosa.

Llegué a "Farolito" alrededor de las 20:40 hrs. Mi cita llegó puntualmente con diez o quince minutos de retraso y antes de que llegara, estuve conversando con mi mejor amigo que me dio el consejo esencial para que todo fluyera. "Disfruta". Con esa simple palabra, hice un montón de reflexiones en menos de un segundo (soy como el avatar de las reflexiones) y dije "bueno, si algo sale mal, nadie morirá. Espero"

En un principio, no sabía de que hablar con este muchacho que, aparte de ser bastante guapo, parecía saber de todo un poco. De pronto recordé que tengo un sentido del humor fantástico y una capacidad única para hacer reír a la gente así que me tomé de eso y logré romper la tensión inicial. Al rato, comenzamos a conversar acerca de la vida, su vida, mi vida, nuestros gustos, películas Disney, gustos bizarros, bromas cargadas de ironía y temas prohibidos en una primera cita: ¡Ex-novios! (chan chan chaaaan) y cuando tocamos este tema, nos dimos cuenta de que nuestra cita era muy poco adecuada, que no era socialmente correcta y que nos encantaba que fuera así. ¿Qué gracia tiene vender una imagen falsa de ti mismo? hablamos de lo humano y lo divino, de nuestros pasados cristianoides y de un montón de cosas más que por culpa de la cerveza y el trasnoche, no recuerdo muy bien.

Hacia el final de la velada, ya estábamos hablando de nuestros defectos y nació en mi un enorme sentimiento de gratitud por encontrarme con aquel joven que se atrevió a desafiar conmigo los convencionalismos de una primera cita.